La construcción recibiría a gran parte de los desocupados por la crisis del Covid-19. Cuestiones que surgen.

Es una terrible realidad la herida que está provocando la crisis del Covid-19 en nuestro tejido productivo y la gran cantidad de trabajadores de los más diversos sectores que se están viendo afectados, bien por ERTE´s o en otros casos aún más drásticos por la pérdida de su empleopexels-photo-544971

Lo que parece estar claro es que a medio plazo los sectores que tradicionalmente eran de un tiempo hasta esta parte el motor de nuestro economía van a tener profundas alteraciones dado que las medidas, que se antojan imprescindibles para afrontar el futuro inmediato y hasta que aparezca una vacuna de garantías o, al menos, un tratamiento eficaz que minimice los efectos del virus, van a provocar que los ciudadanos se replanteen su vida diaria y sus costumbres de tiempo de ocio y vacaciones.

Esto conlleva a una primera conclusión y es la gran cantidad de trabajadores del sector servicios y, en concreto, la hostelería en sus diversas modalidades que van a quedar desempleados y que se presuponen serán acogidos por el sector de la construcción.

Llegados a este punto es preciso reflexionar y lanzar una serie de cuestiones:

  • ¿Hay suficiente oferta a priori para cubrir la previsible demanda de puestos de trabajo?
  • ¿Se está teniendo en cuenta la formación previa tanto en los distintos oficios como en seguridad y salud y la necesaria experiencia en los diferentes puestos de trabajo previo a la incorporación?

Y cómo estas otras tantas que se puedan ir planteando.

Antes de la crisis del coronavirus era difícil cubrir la demanda con profesionales cualificados , no era tanto un problema de falta de personal.pexels-photo-1078884

Por tanto y efectivamente, la construcción, como ha ocurrido otras veces y lo sigue haciendo, es un motor de nuestra economía que produce riqueza, mejora nuestras infraestructuras y servicios contribuyendo a nuestro bienestar y genera mucho empleo.

No obstante y aunque son buenos augurios para nuestro sector no puede ser a cualquier precio y de forma precipitada.

Por una parte se deben promover que el sector se mueva con promociones y licitaciones ágiles que provoquen que las empresas puedan retomar el pulso.

En paralelo, mientras tanto y previo a la incorporación en este sector, se debe plantear la formación correspondiente a los distintos aspirantes, viendo cual es la capacitación en cada caso y sus aptitudes para conocer la empleabilidad en cada uno de los puestos que se requieran y de ahí tomar experiencia para ir subiendo paulatinamente.

Lo que no puede convertirse la construcción sólo en un salvavidas en un momento crítico sino que hemos de invertir en un sector que ya ha demostrado en otros tiempos de su potencial.

Por último hemos de aprender de estos duros momentos y entender que no podemos olvidarnos en tiempos de bonanza de sectores productivos clave y que han sido el motor tradicional de la economía de nuestro país estudiando los distintos territorios y valorando lo intrínseco de cada lugar.

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