Sin duda Austria es de la mejores opciones para un viaje por Europa y, aunque tiene otros destinos que merecen, y mucho, la pena, Viena y Salzburgo son dos enclaves de visita obligada.
Aquí os presentamos una guía para ver lo esencial de estas dos maravillosas ciudades en tres días, dedicando dos de ellos a la capital, Viena, y otro a Salzburgo.
Día 0: Llegada a Viena
Si la llegada a Viena es a mediodía o a primera hora de la tarde, es bueno aprovechar esas horas para tomar un primer contacto con la ciudad.
Una vez instalados en el hotel, lo primero es hacernos con un bono para el transporte público. Funciona perfectamente y nos permitirá movernos con total fluidez y libertad por la ciudad. Para ello lo mejor es descargarnos en el dispositivo móvil la aplicación WeinMobil y, en función de nuestra estancia, elegir la opción que más nos interese. Para nuestra propuesta la opción ideal es el pase de 72 horas que se instala el dispositivo y puede hacerse para varias personas. Una vez descargado podemos acceder a los distintos medios de transporte (metro, autobús, tranvía,…) con total libertad. En Viena no hay tornos pero debemos tenerlo disponible por si los reclama algún revisor.
Así, tomaremos la línea de metro que más cerca esté de nuestro hotel hasta la parada Stephansplatz, en pleno centro de la ciudad, y que a la salida nos deparará una vista espectacular de la Catedral de San Esteban.
Dado que no tendremos mucho tiempo y que los horarios varían con respecto a España e, incluso, entre distintos distritos, esta toma de contacto nos servirá para dar un primer paseo por dos de las calles más concurridas de la ciudad, comerciales por excelencia, y donde se concentran las tiendas más icónicas de las marcas más relevantes.
Así, caminaremos por la calle Graben hasta su confluencia con Kohlmarkt. En la primera nos llamará la atención el Pestsäule o columna de la Peste, un espectacular monumento que conmemora la epidemia que asoló la ciudad en 1679. La segunda culmina en el Palacio de Hofburg que nos permitirá una primera foto junto a él pero que visitaremos en su momento.
Aquí hay gran cantidad de lugares donde cenar o tomar algo antes de volver al hotel y prepararnos para nuestra ruta de tres días.
Es importante planearla bien para aprovechar al máximo el breve tiempo disponible. Para ello es bueno también disponer de los accesos a los principales espacios y monumentos a visitar.
Una buena opción es el Vienna Pass, que da acceso a más de 90 atracciones, museos,… muchos con acceso preferente. Como alternativa, y si el acceso al interior va a ser limitado, está el Flexi Pass que permite contratar el acceso a 2, 3, 4 o 5 atracciones, monumentos,… durante un tiempo limitado.
Se puede comprar online o en el punto de venta en el centro de Viena.

Día 1: Viena
En Austria, a pesar que la hora es la misma que en España, llama la atención lo pronto que amanece lo que favorece aprovechar mejor el tiempo de estancia. No obstante, la mayoría de monumentos no abren hasta las 09:00.
Mercado de Naschmarkt
Teniendo esto en cuenta, podemos hacer una parada en el mercado de Naschmarkt que data del siglo XVI. Nos sorprenderá su tamaño y variedad de productos.
Palacio de Hofburg
Un imprescindible en nuestra visita a Viena y, durante 600 años, lugar de residencia de los Habsburgo.
Se trata de un amplio complejo donde se ubican desde los aposentos imperiales, pasando por la Escuela de Invierno de Equitación o la Biblioteca Nacional de Austria.
Dado que se trata de una visita amplia y que el tiempo es reducido es importante centrarse en lo esencial de forma que no podemos no visitar los apartamentos imperiales (Kaiserappartements) y el museo de Sissi, que se realiza con una audioguía en español con explicaciones muy claras e ilustrativas. La entrada se puede realizar con el Vienna Pass.

Ópera Estatal de Viena
Seguimos nuestra visita dedicando un lugar destacado a la Ópera Estatal de Viena (Wiener Staatsoper).
La entrada es recomendable obtenerla con antelación en su propia página web y, durante el proceso, incluirla en la Vienna Pass.
Durante los 45 minutos de la visita nos invadirá la magia de un lugar único. Desde el acceso por su maravillosa escalera, pasando por la mística Sala de Té, el palco imperial, el acceso a la terraza o a la platea.
Diariamente se celebra una función distinta lo que obliga al cambio e instalación de todo lo que conlleva la misma. En definitiva, algo imprescindible en nuestro viaje a Viena.

Hotel y Café Sacher
Después de esta inolvidable visita a la Ópera Estatal de Viena, puede merecer la pena hacer una parada en un lugar tan singular como el Café Sacher, aunque también puede ser una buena opción para la merienda, donde poder degustar su deliciosa tarta que recibe el nombre del lugar.
Iglesia de los Capuchinos
Este edificio, que desde fuera no llama excesivamente la atención en comparación con el rico patrimonio de la ciudad, encierra en su interior la Cripta Imperial donde se encuentran las tumbas de la mayoría de los Habsburgo, entre los que se encuentran emperadores y emperatrices destacando algunos como la famosa Sissi. Merece la pena la visita donde nos impresionará la majestuosidad de alguna de ellas.

Iglesia de San Pedro
Continuando nuestro paseo por el centro de Viena llegaremos a la calle Graben, que ya visitamos la tarde previa, pero ahora podremos descubrir su bullicio y admirar la multitud de tiendas de las principales marcas que en ella, al igual que en la calle Kohlmarkt y aledañas, se ubican.
Desde aquí podemos acceder por la calle situada junto a la columna de la Peste a la Iglesia de San Pedro, donde podremos disfrutar de su decoración barroca y su cúpula ovalada.

Catedral de San Esteban
Antes de la comida y ya que estamos cerca, visitaremos la Catedral de San Esteban, la iglesia más importante de Viena, impresionante templo donde se celebraron la boda y funeral de Mozart y que data del siglo XII.
Podremos acceder a su interior para disfrutarla en profundidad y merece la pena dedicarle un buen rato.
No debe dejar de visitarse, entrando a mano derecha, el lugar preferente donde se ubica Nuestra Señora de Pötsch, cuya devoción se demuestra por la miles de velas que la acompañan y se consumen diariamente.
De camino al lugar elegido para almorzar, de la multitud que nos ofrece el centro de Viena, conviene pasarse por la casa que habitó el genio Mozart durante su estancia aquí y que se encuentra muy cerca de la catedral. Se puede visitar y está incluida en la Vienna Pass.

Stadtpark
Una vez tomado un típico almuerzo vienés a base del famoso Wiener Schnitzel, auténtico emblema austriaco, acompañado de una buena cerveza local y de postre el no menos famoso y valorado Apfelstrudel, para ayudar a una buena digestión, nada mejor que acercarnos y conocer el Stadtpark o Parque de la Ciudad, donde podremos pasear, sentarnos, contemplar sus cuidados jardines y descubrir el monumento dedicado al compositor Johann Strauss, representado de pie tocando su inseparable violín en la posición en la que, se comenta, dirigía sus conciertos.
Ringstrasse
Para acabar esta intensa primera jornada en Viena, nos podemos dirigir a Ringstrasse.
Aunque se puede recorrer a pie, se os propone utilizar los medios alternativos existentes como los autobuses panorámicos Hop on Hop off, incluido en la Vienna Pass, con explicaciones en multiud de idiomas incluido, por supuesto, el español y que podemos tomar cerca del Stadtpark.
En nuestro recorrido y si el tiempo lo permite, podremos disfrutar de un precioso atardecer mientras descubrimos monumentos como el Parlamento de Austria, el Palacio Hofburg, la Ópera, el Ayuntamiento de Viena, la Bolsa o el Burgtheater para después cruzar el Danubio por algunos de sus puentes y ver la ciudad moderna junto al Prater.
Sólo nos resta buscar un lugar tranquilo para cenar por el centro o cerca de nuestro hotel para reponer fuerzas para la siguiente jornada de nuestro viaje.
Día 2: Salzburgo
En nuestro primer viaje a Austria, además de conocer la capital, resulta casi imprescindible desplazarse hasta la bella localidad de Salzburgo, lugar de nacimiento del genial Wolfgang Amadeus Mozart y que el cine inmortalizó gracias a la inolvidable película, del año 1965, Sonrisas y Lágrimas (The Sound of Music) protagonizada por los geniales Julie Andrews y Christopher Plummer.
Existen diferentes formas de viajar desde Viena. Una de ellas es tomar uno de los frecuentes trenes que parten desde la estación de tren de Hütteldorf, que nos permitirá estar a media mañana en Salzburgo y tener más tiempo para conocer la ciudad.
Pero se os propone realizar el trayecto por carretera, bien alquilando un vehículo o contratando alguna de las múltiples excursiones que se ofertan en las distintas plataformas.
Salzkammergut o Región de los Lagos de Austria
De esta forma, además nos deleitaremos con el cambio de paisaje, desde nuestra salida de Viena, pasando por sus bosques, los conocidos como Vienna Woods hasta llegar a la región de los lagos, también conocida como Salzkammergut. Aquí podremos detenernos brevemente para disfrutar de la belleza del paisaje alpino y las aguas cristalinas de algunos de ellos como el Attersee o el Mondsee.
Una vez captada toda la belleza que nos ofrece este paisaje único llegaremos a Salzburgo donde os proponemos una visita para conocer lo principal de esta bella ciudad.
Jardines de Mirabell
Empezamos nuestra visita a la ciudad en los maravillosos y cuidados jardines de Mirabell. Si nuestra visita es en verano los gozaremos en su máxima expresión. El dibujo y disposición floral se cambia mensualmente en esta época. Realmente merece la pena relajarnos mientras los atravesamos y recordamos a Julie Andrews y los niños de la película cantando el inolvidable Do, re, mi,..


Marko-Feingold-Steg
Para acceder al casco histórico de la ciudad, al otro lado del río Salzach, se puede utilizar cualquiera de los puentes disponibles pero os proponemos hacerlo por el Marko-Feingold-Steg.
Os llamará la atención la multitud de candados que los enamorados han ido colocando en sus barandillas,
Las vistas del casco antiguo son unas de las más espectaculares que podemos encontrar y la foto de recuerdo está asegurada.
Casa natal de Mozart
Una vez en el casco antiguo, al introducirnos en él, rápidamente nos encontramos con un edificio de fachada de color amarillo muy llamativo y en cuya tercera planta estaba el hogar familiar de la familia Mozart y donde el genial compositor nació.

Getreidegasse
La misma calle donde se encuentra la casa natal de Mozart es en sí un lugar bullicioso y comercial donde se encuentran las principales marcas internacionales. Llama la atención como se cuida que los letreros de cada tienda queden perfectamente integrados en el entorno de forma que nada desentone.
Desde esta calle principal surgen numerosos pasajes y tomando uno de ellos podremos irnos acercando al centro de la ciudad para seguir visitando enclaves únicos.

Plaza de la Universidad (Universitätsplatz)
Un lugar lleno de ambiente y de puestos callejeros de comida rápida que son una muy buena opción para la hora del almuerzo.
En este lugar llaman la atención los edificios que tienen una serie de incripciones con fechas que detallan el año donde se instaló la familia que lo habita hasta la última y reciente restauración, de forma ininterrumpida.

Plaza de la Residencia
Avanzamos y llegamos a este maravilloso enclave, lugar de reunión y desde el que se accede a otros importantes. Es otro de los puntos que deben de visitar los seguidores de Sonrisas y Lágrmas (The Sound of Music) pues su fuente característica y sus caballos fueron escenario en el inicio de la película.

Domplatz y Catedral de Salzburgo
Llegamos a la Domplatz desde donde podremos admirar el exterior de la Catedral de Salzburgo, barroca del siglo XVII, con sus torres gemelas.
Ya en el interior podremos admirar sus retablos, frescos y, como curiosidad, la pila bautismal donde fue bautizado Mozart.
Desde una pequeña verja en la Domplatz podemos acceder a una pequeña plazoleta donde se encuentra en acceso al funicular de acceso a la Fortaleza de Hohënssalburg.
También nos llamará la atención un molino hidraúlico en funcionamiento que dota de energía a la panadería más antigua de Salzburgo. Si están elaborando pan en ese momento, el olor lo invadirá todo dotando a la escena de un ambiente aún más auténtico.
Cementerio de San Pedro
Desde la plazoleta accedemos al cementerio más antiguo de Europa y al que merece la pena dedicar unos minutos.
Si nuestro viaje es de primavera a otoño, podremos verlo decorado de multitud de flores cuyo olor perfuma el lugar de forma muy intensa.
Aquí está enterrada la hermana de Mozart y es un enclave del que los habitantes locales se sienten especialmente orgullosos.
Nuevamente es inevitable referirse a la película Sonrisas y Lágrimas (The Sound of Music) pues sus seguidores notarán un gran parecido con el cementerio donde la familia protagonista usa para esconderse. En realidad, la escena no se rodó aquí pero el cementerio sirvió de inspiración hasta el punto de replicarse en un estudio de Hollywood para realizar la grabación.

Fortaleza de Hohensalburg
Dependiendo de cómo vayamos de tiempo, podemos animarnos a subir a la imponente Fortaleza de Hohensalburg, con unas vistas espectaculares de la ciudad y su entorno, además que merece la pena la experiencia de usar el funicular para su acceso.
Café Sacher Salzburg
Volvemos sobre nuestros pasos para deleitarnos con cada uno de los rincones que nos ofrece esta encantadora ciudad y, como hemos adelantado antes, almorzaremos tomando una típica salchicha vienesa en cualquiera de los puestos de la Plaza de la Universidad.
Volviendo a la parte nueva de la ciudad, esta vez por el puente Staatsbrücke, caminaremos por la ribera del Salzach hasta llegar al Café Sacher, de la misma cadena del original de Viena pero mucho menos concurrido. Si no lo hemos aún, es el momento de parar para tomar una deliciosa merienda compuesta por un café acompañado por la auténtica tarta Sacher que desde su invención en 1832 por Frank Sacher mantiene su receta.
Si el tiempo lo permite podremos hacerlo desde su terraza con vistas al río y a la ciudad antigua, sin duda, un momento único en nuestro viaje.
Realmente, un día para visitar Salzburgo es poco, pero sirve para poder quedar inmersos de la magia que trasmite esta ciudad y desear volver, quizás en invierno y en fechas próximas a la Navidad.
En cualquier caso y si estamos a tiempo, podemos acercarnos al mirador del Aussichtspuntk desde donde se obtienen unas de las vistas más maravillosas y típicas de la ciudad.

Día 3: Viena
Ya de vuelta a Viena y aún con el recuerdo en la retina de los paisajes y enclaves que nos dejó la visita del día anterior a Salzburgo y la región de los Lagos, no disponemos a apurar el poco tiempo disponible del que disponemos para ver algunos lugares más.
Palacio de Schönburnn
Un poco alejado del centro de la ciudad pero perfectamente comunicado por metro, nos encontramos con el palacio de verano de la familia imperial austriaca.
Conocido como el Versalles de Austria dado que sus impresionantes jardines se inspiraron en el palacio francés. Después de pasearlos accederemos a su interior para admirarlo en todo su esplendor.

Iglesia de San Carlos Borromeo
De vuelta al centro de Viena, para lo que podemos utilizar de nuevo el metro dado que está relativamente lejos pero de esta forma no tardaremos más de 20 minutos, visitaremos la Iglesia de San Borromeo, de estilo barroco y erigida por Carlos VI como agradecimiento con motivo de la peste de 1713.
Tiene dos características columnas que recuerdan la de Trajano en Roma pero en este caso lo que se representa son episodios de la vida de San Carlos Borromeo.

Palacio Beldevere
Caminando un pequeño trecho nos permitirá llegar al conjunto palaciego de estilo barroco del Beldevere (la entrada se incluye en la Vienna Pass), constituido por dos palacios (el superior y el inferior) y unos espectaculares jardines que unen ambos.
Hoy en día son museos que permiten admirar, además de la espectacularidad de las distintas estancias y salones, exposiciones temporales con obras de los principales museos de Europa,
En el Beldevere superior y como curiosidad, podremos observar destacadas obras de Gustav KIimnt destacando una de las principales, El Beso.

Prater
Después de deleitarnos con el complejo palaciego del Belvedere, en nuestra primera visita a Viena, no podemos dejar de visitar el Prater que alberga su famoso Parque de Atracciones que combina atracciones históricas con actuales. Para ello tomaremos, en una parada cercana, el tranvía de la línea 0 que nos dejará en la misma puerta y, al ser un transporte en superficie, nos permitirá observar la arquitectura y todo el paisaje urbano de la ciudad
Además es un lugar con multitud de lugares para almorzar por lo que podemos aprovechar para hacerlo antes de disfrutar de alguna de sus principales y más simbólicas como la Noria Gigante de Viena, conocida como Wiener Riesenrad, construida en 1867 y con una altura de 61 metros (200 pies exactos), fue durante mucho tiempo también la de mayor altura, además de ser la más antigua.

Un incendio la destruyó casi por completo y al restaurarla se montaron la mitad de sus cabinas.
Además del paseo en la propia Noria (que está incluido en la Vienna Pass con entrada preferente y sin colas) merece la pena ver el museo a la entrada con maquetas en las cabinas que no están montadas en la atracción y que cuentan parte de la historia del Prater.
Para los que no sufran de excesivo vértigo, también merece la pena un viaje en el Praterturm, imponente columpio que nos eleva hasta los cerca de 100 metros (la atracción tiene 117 de altura) y que nos ofrece una impresionantes vistas 365º del propio Prater y de la ciudad de Viena.
A modo de epílogo
Si disponemos de algo de tiempo, quizás podamos volver al centro, disfrutar de un último paseo e impregnarnos del ambiente vienés.
Ver Viena en dos días es algo imposible, en esta guía se han señalado los principales puntos de interés para obtener una visión lo más general y completa posible que permita acercarnos al ambiente, cultura, arquitectura,… de esta incomparable ciudad.
Es por ello imprescindible un segundo, tercer,… viaje que complete todo lo visitado en este.
Igual comentario merece Salzburgo que también merece un viaje exclusivo para él y la región aledaña, donde establezcamos la sede en la propia ciudad para pasearla sin prisas y disfrutarla como merece.

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