Cosas de Ingeniería: ¿Por qué nos gustan las matemáticas?

Y la respuesta podría plantearse con una nueva pregunta: ¿Es posible para un ingeniero, independientemente de su rama y más aún si es de Caminos, que no le gusten?

Por otra parte, los programas docentes, con una carga alta de materias específicas y otras íntimamente relacionadas o que necesitan de unos profundos conocimientos, obligan a ello. 

La otra opción sería estudiarlas, digamos, por “obligación”, poco recomendable para un buen final por lo que tienen que gustarte o estás casi obligado a aprender a quererlas.

Pero volvamos al origen de la cuestión. ¿Es de verdad posible que nos gusten o lleguen a gustarnos? La respuesta vuelve a ser afirmativa.

Todos podríamos hacer memoria y buscar en nuestro interior cuándo pudo empezar este sentimiento. 

En mi caso es fácil de encontrarlo pues tuve el lujo de contar desde siempre con un profesor de matemáticas, de los de antes, que disfrutaba con ellas y enseñándolas. Esta persona, que nos dejó hace unos años, era mi padre quien me inculcó lo más importante al hacérmelas ver de forma natural y no como esa asignatura temible y poco accesible.

Portada de la publicación. Foto: @jcgomvar

Luego, y cuando uno tiene que decidir cual puede ser su camino, académicamente hablando, en nuestro caso por Segundo de BUP, curso arriba o abajo, y para los post – EGB, traducido, 3° de ESO, me encontré con un excelente profesor que las hacía fácil y muy comprensibles hasta el punto que consiguió que me apasionara, por ejemplo, la trigonometría.

Gracias a ellos se pueden afrontar retos con garantías tales como la Selectividad, primero, y a continuación los estudios de ingeniería.

Al llegar aquí, admitámoslo, nos topamos de bruces con la dura realidad y cada asignatura de la carrera relacionada con las matemáticas son como un puerto del Tour que hay que subir dosificando fuerzas y al ritmo que nos podemos permitir, sin fijarse en los demás. En definitiva, se trata de coronarlo y no perder excesivo tiempo con los demás por seguir con el símil ciclista.

Difícil de olvidar el Análisis Matemático de Segundo o las Ecuaciones Diferenciales de Tercero por poner dos ejemplos ilustres aunque cada uno podría poner los suyos.

Llegados a este punto merece la pena citar algunos de los libros que nos “facilitaron” la labor a la hora de encararlas, por lo menos en mi caso.

Aún guardo con cariño y forman parte de mi biblioteca, ya como mero objeto “decorativo” dos ejemplares, de los que se adjunta la fotografía de portada, que, a buen seguro, más de uno  recordará y quizás, al verlos, le vuelva a recorrer un escalofrío por la espalda.

Portada de la publicación. Foto: @jcgomvar

Por una parte se muestra el de “Problemas de Ecuaciones Diferenciales Ordinarias”, más popularmente conocido como Makarenko (uno de sus autores), 253 páginas repletas de ejercicios resueltos, 1000 según la propia introducción y a los que precedía una breve introducción con las nociones fundamentales.

Por otra cito el de “Problemas de ecuaciones de la física matemática” Smirnov siguiendo la misma pauta anterior. En este caso 139 páginas repletos de ejercicios resueltos en algunos casos y en otros las indicaciones para resolverlos.

Cada lector que ha cursado una ingeniería seguro que puede citar sus propios “manuales” que le sirvieron para hacer frente a las “matemáticas” de la carrera (se os anima a irlos citando en los comentarios con vuestras propias impresiones), existiendo un amplio anecdotario a su alrededor.

Pero hay que agradecer ahora, a posteriori, a cada una de estas asignaturas su función de “entrenar” a nuestro cerebro para las que vienen después y, por supuesto, en nuestra vida profesional.

Como se citaba al principio y con todo lo que se ha ido comentando, resulta casi imposible que no nos gusten o quizás hemos aprendido a quererlas, aunque cada cual tendrá su propia opinión y anécdotas. Os animo de nuevo desde aquí a relatarlas en comentarios. ¿Os animáis? 

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