Carreteras despobladas: rutas españolas por descubrir

Prólogo

Si nos remontáramos a los orígenes de nuestro blog podríamos comprobar que surge como un lugar de encuentro donde los profesionales y aquellas personas interesadas o con cierta inquietud pudieran compartir y debatir sobre Ingeniería, en principio y por afinidad Civil,  y como ésta afecta, interacciona y, en definitiva, crea Paisaje. Evidentemente y con el paso del tiempo ha ido evolucionando y fueron introduciéndose otros temas para ampliar el espacio de debate y dar cabida a otros perfiles profesionales pero siempre procurando mantener esa esencia.

El artículo que se propone en esta ocasión es totalmente fiel a lo que hemos expuesto, de un interés y una actualidad que lo hacen muy atractivo a su lectura acompañado de unas ilustrativas fotografías captadas por el propio autor lo que enriquece más si cabe el contenido.

José Antonio Rodríguez de la Cruz es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) con la especialidad de Hidráulica y Energética. Desde que acabara la carrera en 2013, ha dedicado su trayectoria profesional al mundo del agua.

Ha completado su formación con estudios sobre gestión de recursos hídricos y medioambiente, destacando también el Máster Internacional en Empresa y Políticas Públicas [MIEPP] del Colegio de Caminos, que hizo que se acentuara su interés por el reto demográfico, así como por la comunicación desde la ingeniería al público general, colaborando con distintos medios divulgativos.

Destaca también su interés por el mundo asociativo, ya que participa en distintas entidades. Es además miembro de la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y de la Ingeniería Civil (AICCP/IC) y actúa como Vocal del Comité de Asuntos Rurales (CAR) del Instituto de la Ingeniería de España (IIE).

Hemos de agracederle desde aquí su plena disposición y esfuerzo en la redacción de este artículo así como la labor que desarrolla para divulgar y dar a conocer nuestra profesión. Sin más proponemos su lectura.


 

Artículo

Si hablo de la ruta 66, incluso los no iniciados, automáticamente se trasladarán a Norteamérica y les vendrá a la cabeza la mítica carretera americana. Sin ni siquiera conocerla, será fácil que se imaginen conduciendo un Ford Mustang (preferiblemente descapotable) o una Harley-Davidson por la enormidad de los muy diversos paisajes estadounidenses e introducirse de lleno en la nostalgia de los antiguos viajes por carretera.

Sin embargo, si hablo de la N-340 menos gente la tendrá en la cabeza. Puede que no se sepa que es la carretera más larga de la Península y que desde su kilómetro 0 en Puerto Real (Cádiz) hasta la Plaza de España de Barcelona, recorreremos la costa mediterránea a lo largo de sus más de 1.200 km, rememorando la romana Vía Augusta, como digna heredera.

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Túnel de Acceso a la Presa de García Sola. Foto: J.A. Rodríguez de la Cruz.

Nuestro país, es uno de los más montañosos de toda Europa y esto siempre ha supuesto un reto para las comunicaciones, que se han intentado salvar, siempre con dificultad, a través de diversos medios: malogrados canales de navegación, ferrocarriles (que en muchas ocasiones llevaban a sus promotoras a la quiebra) y por supuesto, caminos y carreteras.

En la actualidad, la red de autovías españolas ha dejado en un segundo plano a las antiguas nacionales y ha hecho que no pocos conductores se olviden de ellas. La consolidación de la malla de autovías, mucho más reciente de lo que cabría pensar, ha hecho que las antiguas nacionales y carreteras secundarias se vacíen en gran parte, lo que ahora permite hacer uso de ellas de una manera distinta.

A esto hay que añadir que, no siempre pero sí en muchos casos, estas antiguas carreteras atraviesan pueblos y localidades de la conocida ahora como España Vacía. Da igual que sea en la meseta manchega o castellana, en los valles de los ríos del Pirineo, en la inmensidad de Extremadura, las zonas remotas de las muchas cordilleras que salpican la Península o la soledad de los Montes Universales.

Distintas iniciativas recientes, intentan atraer a estas zonas a conductores y visitantes. El ejemplo más sólido de ello es el proyecto “Aragón Slow Driving”, que en algunos lugares se publicita como “una ruta 66 a la aragonesa”. Mediante una serie de tramos predefinidos, se invita a todas aquellas personas interesadas en alejarse de las rutas convencionales, a buscar algo más, a descubrir los paisajes de Huesca, Zaragoza y Teruel a través de la moto o el coche (siempre mejor a cielo abierto).

Un sólo vistazo a lo que nos ofrece esta iniciativa, nos servirá para darnos cuenta de que, en las distintas rutas que se nos presentan, podemos descubrir zonas tan espectaculares como los Mallos de Riglos o el más que centenario Embalse de la Peña, por poner un pequeño ejemplo en el valle del río Gállego.

Hay muchas zonas en España en las que, aunque no hay ningún programa específico, merece la pena desviarse de la ruta y descubrir antiguas carreteras que nos lleven a nuestro destino por calzadas fantásticas. Por el camino, encontraremos naturaleza y, por qué no decirlo, un gran número de infraestructuras que dan testimonio perpetuo de cómo la ingeniería conforma el paisaje.

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Presa del Tranco de Beas. Carretera de Acceso. Foto: J. A. Rodríguez de la Cruz.

Para ir de Madrid a Sevilla, por ejemplo, podemos ir por la Carretera de Andalucía y aprovechar para transcurrir por los antiguos tramos que ya no tienen tráfico en Despeñaperros, conduciendo o pilotando por la antigua N-IVa; o hacerlo por la antigua N-420 y adentrarnos en el Valle de los Pedroches. Si volvemos a Madrid, podemos hacerlo también por tramos menos habituales, como pueden ser los de la Sierra de Cazorla con visita obligada al Tranco de Beas o por la sierra norte de la provincia sevillana, atravesando para ello carreteras secundarias que van en busca de las antiguas líneas férreas Sevilla-Zafra y Puertollano-Cabeza de Buey-Mérida.

Es un privilegio atravesar toda la Península de Sur a Norte por la Vía de la Plata, y una vez se llega a León, cruzar a Asturias, por supuesto, siempre por el Pajares, que es una delicia ya sea en tren (un tramo sin duda espectacular) o en coche (que no se queda atrás en belleza).

Salir de Madrid por las carreteras radiales desviándonos ligeramente en busca de los tramos antiguos, es un pequeño placer que no nos quitará mucho tiempo. No hay que investigar mucho para encontrar hasta Zaragoza, espectaculares tramos entre Medinacelli y Arcos de Jalón o entre Contamina y Calatayud por ejemplo; haciendo uso de los antiguos tramos de la N-II. Ir a Valencia desviándose en Honrubia por la antigua N-III pasando por la Alarcón, Motilla del Palancar (y su hito 200 km), el paso del Cabriel con la Presa de Contreras y el puente sobre el río (de Lucio del Valle) y las antiguas Cuestas ahora clausuradas (tema este, el de la recuperación de tramos clásicos, que merece hilo aparte). Hacia Extremadura, sólo con un pequeño desvío podremos disfrutar del Puerto de Miravete poco después de cruzar sobre el río Tajo. Así podríamos seguir hasta completar todas las grandes rutas.

La cantidad de paisajes a visitar es infinito, sólo con desviarnos de autovías y autopistas. La belleza de los Saltos del Sil, la Cornisa Cantábrica yendo en paralelo a la nuevo A-8 recorriendo la antigua nacional N-634 de País Vasco a Galicia; el Eje Pirenaico N-260 desde la frontera con Francia en Portbou hasta Sabiñánigo (Huesca); pasos del cantábrico a la meseta (Escudo, Ventana, Pancorbo, Los Tornos, etc.); la vasta extensión de la llanura manchega y la Tierra de Campos, … El etcétera es enorme, no hay que olvidar que España es uno de los países con más superficie de Europa y que, además, es también uno de los que más diversidad de paisajes ofrece. Tenemos tramos de carretera incluso de película, que darían para unos cuantos artículos.

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N-260. Collada de Toses. Foto: J.A. Rodríguez de la Cruz.

Llegados a este punto y en la situación que estamos, provocada por el Coronavirus, este verano, un país como el nuestro donde el Turismo representa buena parte de su PIB, tiene que reinventarse. Y el turismo nacional y de interior es una buena opción. Promocionar la posibilidad de ver una gran cantidad de paisajes increíbles sin tan ni siquiera bajarse del coche (o de la moto), puede ser una idea apetecible para este verano de desescalada. De paso, esto puede ser beneficioso para las zonas con menos densidad de población, que necesitan de un sustento económico extra y sobre todo, promoción. Es difícil encontrar una solución clara a la despoblación, pero al menos, hay que ir aportando ideas sobre cómo afrontar la situación.

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Túnel del Puerto de Cotefablo. N- 260. Foto: J.A. Rodríguez de la Cruz.

España está llena de carreteras con muy poco tráfico, que podríamos denominar “carreteras despobladas” que esconden un gran número de rutas por descubrir y que sorprenderán gratamente al viajero. Más de la mitad del país está considerado como de densidad de población baja o muy baja, lo que da idea de la cantidad de terreno vertebrado por estas carreteras que tenemos para investigar. Buscando las antiguas nacionales y secundarias, descubriremos paisajes increíbles, naturaleza, túneles centenarios, etc. Pasaremos por espectaculares presas, transitaremos por angostos cañones, descubriremos antiguas estructuras que han aguantado el paso del tiempo.

Ojalá este año que el turismo tiene que reinventarse, se promocionen estos itinerarios y, ya de paso, se consigan varios objetivos: abrir los ojos del paisaje y paisanaje de todos los rincones de España a aquellas personas que no los conozco; llevar gente a las zonas despobladas e intentar colaborar así con ellas; y, por supuesto, aprovechar para comprobar sobre el terreno la necesidad de prestar atención a de estas maravillosas infraestructuras que son nuestras antiguas carreteras: carreteras despobladas.

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